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La Guerra de los Diez Años (1868-1878), también conocida como Guerra del 68 o Guerra Grande, llamada así por los diez años que duró, fue la primera guerra de independencia cubana contra España. La guerra comenzó con el Grito de Yara pronunciado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868, en su finca La Demajagua, que reúne a los independentistas cubanos listos a sublevarse, y libera a sus esclavos invitándolos a unirse a su lucha contra el colonialismo español, pronunciando el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba. Así se iniciaba el periodo revolucionario de Guerras de Independencia de Cuba, que no triunfaría hasta el surgimiento de la República el 20 de mayo de 1902.
La Guerra de los Diez Años terminó diez años más tarde con el Pacto del Zanjón (o Pacto de Zanjón, Paz de Zanjón), donde se establece el fin de la lucha del Ejército Libertador cubano frente a las tropas españolas. Este acuerdo no garantizaba ninguno de los dos objetivos fundamentales de dicha guerra: la independencia de Cuba, y la abolición de la esclavitud, por lo cual este pacto fue protestado por varios líderes cubanos al frente de Antonio Maceo, que tras la Protesta de Baragúa trataron de reanudar la guerra, aunque sin éxito.
Durante la surgieron grandes jefes revolucionarios, que jugaron un gran papel histórico en las posteriores guerras y en la definitiva independencia de Cuba, como Antonio Maceo, Máximo Gómez, entre otros...
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El Fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina fue un crimen cometido por los colonialistas españoles, el 27 de noviembre de 1871, durante la Guerra de los Diez Años, durante el gobierno del General Blas Villate y de la Hera, Conde de Valmaseda. El suceso es conmomerado hasta hoy en Cuba, como uno de los símbolos de la crueldad del colonialismo español durante las Guerras de independencia de Cuba.
En la tarde del 24 de noviembre de 1871 los alumnos del primer curso de Medicina estaban esperando en el Anfiteatro Anatómico la llegada de su profesor Pablo Valencia y García, quien a las 3:00 p.m. debía impartir una clase de Anatomía.
La tardanza del profesor, por un examen que tenía en el edificio de la Universidad, motivó a algunos estudiantes a buscar otras actividades. Unos se dispusieron a asistir a las prácticas de disección que explicaba el doctor Domingo Fernández Cubas. Otros fueron a dar un corto paseo por el Cementerio de la calle Espada, que estaba al lado del Anfiteatro Anatómico. Cuatro de los jóvenes estudiantes (Anacleto Bermúdez, Ángel Laborde, José de Marcos y Juan Pascual Rodríguez) decidieron hacer travesuras montando el carruaje del cementerio que servía para transportar los cadáveres destinados a la sala de disección, y pasearon con él por la plaza que se encontraba delante del cementerio. Otro de los estudiantes (Alonso Álvarez de la Campa, 16 años) tomó una flor que estaba delante de las oficinas del cementerio...
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